El Trampolín

10/11/2015

Publicado en: Destacados, Natación.

El Trampolín Sanmartinense

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Si algo nos enorgulleció desde siempre a los sanmartinenses como una cuestión de identidad y de pertenencia fue la rica historia deportiva, cultural y social cultivada en más de 100 años de trayectoria.

Pero ello solo es posible si existe un ámbito en donde esa historia pueda desarrollarse. Así quedaron en la memoria colectiva la vieja sede de la esquina de San Martín y Vicente López con su salón social, fieles testigos de tantas vivencias compartidas por tanto mayores. El irremediable crecimiento del club llevó a su traslado a tan solo 2 cuadras de allí en un espacio que fue cuidadosamente diseñado con las instalaciones más modernas de la época enclavadas en un extenso predio motivo de orgullo: nuestro “Parque sanmartinense”.

Allá por 1965 se construyó en el mismo, el natatorio que resultó ser “el” lugar de reunión de los pellegrinenses durante muchos veranos, y lo sigue siendo aún hoy a pesar de la proliferación de tantas piletas.

Allí había “algo” que lo distinguía de los primeros natatorios de la zona y que lo diferenciaba del resto. Era esa enorme estructura maciza que asomaba ni bien uno elevaba la vista hacia el parque: El Trampolín.

Que, además de lo visual, tenía sus atractivos para quienes lo disfrutamos durante tantos años. Cuando fuimos chicos, el desafío era tirarnos del 1ero. y caer en lo hondo, algunos más arriesgados se tiraban “de parado” del 2do. Ganando en confianza y en años, el objetivo era tirarse “de cabeza” del 3ero. o “de bomba” ante la vista atenta del resto de los asistentes. Si era posible y nos animábamos, hasta podíamos hacer alguna pirueta.

Y así todo el tiempo, subir y tirarse incesantemente hasta que quedábamos exhaustos, era un desfile de chicos y adolescentes, cada cual con sus miedos o su confianza al momento de zambullirse desde los más alto.

Ese ritual diario del verano dejó en el Trampolín guardados momentos imborrables.

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Como cuando nos amontonábamos en los bancos para ver cómo se tiraba del último, Delso Piazza y caía de panza, entre sonrisas y aplausos de los más chicos. Era un momento especial.

Y ni que hablar de la admiración que nos generaban los mortales y las piruetas del “Negro” Chiaraviglio que hacía gala de una destreza única y que tuvo entre sus alumnos a “Lito” Nota, “Pelusa” Boggino y “Gabi” Martínez, por ser injusto y solo nombrar a quienes más recuerdo.

Hoy a más de 50 años esa estructura enorme dijo “basta”, como la vida misma “envejeció” y se tornó peligrosa para la seguridad de los asiduos concurrentes a la pileta del club.

Como es normal, el desgaste provocado por el transcurso del tiempo generó demasiadas dudas sobre su continuidad. El asesoramiento requerido a profesionales sobre el estado de la obra terminaron de convencer a la actual comisión directiva para adoptar una triste pero necesaria decisión que costó mucho -por el peso de lo sentimental- pero que inexorablemente en algún momento debía tomarse.

Como dijo un directivo al momento de la determinación que tanto dolió  “se me piantó un lagrimón”

Ahora quedará solo el recuerdo del viejo Trampolín y sus historias  ….

Comisión Directiva